La relación entre abuelos y nietos es algo que siempre me ha llamado la atención en cualquier libro. Tengo una sensibilidad especial hacia los abuelos gracias a mi propia experiencia vital. 
Este libro de Cecilia Samartin, podría decirse que está centrado en este tipo de relación, pero también habla de amistad, de familia, de superación, de optimismo, de angustia, de ilusión y sobre todo de esperanza. Algo que nunca debemos perder en ningún momento. 
Sebastián es un niño que tiene diez años y que está enfermo del corazón. Debido a estas limitaciones no puede correr y jugar con sus compañeros, actividades que suple con su imaginación. Todos los días cuando sale del colegio va a casa de su abuela Lola hasta que su madre va a recogerlo y se convierte en el gran apoyo del niño. Lola sufre un ictus que le provoca un ingreso en el hospital y a la salida del mismo, la unión entre abuela y nieto se hace mayor. Ahora, cada tarde que pasan juntos, Lola le relata historias sobre el pasado y la familia y le ayuda en los problemas familiares y escolares. Y todas estas conversaciones tienen lugar en la cocina, mientras desarrollan una de las pasiones de Lola: cocinar platos portorriqueños, país del que procede. Gracias a la intervención de Lola, las conversaciones y todas las comidas la familia va encontrando una unión que estaba perdida. 
Es un libro que podríamos calificar de delicioso, visto que la cocina tiene un protagonismo importante. Es una novela tierna y escrita desde el corazón por un lado con la intención de la unión familiar por medio de la mejor manera que cree la abuela que es la cocina y por otro afrontar el problema cardíaco de Sebastián que se encuentra marginado en el colegio de una manera optimista y alegre, con naturalidad y alejado de la lágrima fácil. 

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Claudia Durastanti
novela, relaciones familiares, sordomudez